(Alejandro Carantoña)
OpenLands recorre, en el marco de AlNorte, tres equipamientos abandonados en las Cuencas
En el reformado pozo San José solo entran técnicos de Hunosa, el Trabanquín espera una adjudicación y del nunca inaugurado CEMPA solo queda un amasijo de hierros tras 16 años en tierra de nadie
Federico Sáez no sabe muy bien qué decir. «Es algo indescriptible». Ante el arquitecto está el edificio que proyectó y se construyó hace
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16 años, el que había de acoger el Centro de Estudios Medioambientales del Principado de Asturias, en El Entrego. El edificio no: más bien lo que queda de él, porque el viernes fue demolido sin que llegase siquiera a aclararse a quién correspondía ocuparse de su gestión.
Era el final de un viaje de tres paradas -organizado por la artista Cristina Ferrández en su proyecto OpenLands y enmarcado en AlNorte- por otros tantos equipos culturales de las cuencas mineras que, por un motivo u otro, están abandonados y vacíos. O destruidos.
La tarde había comenzado en Turón, en el pozo San José. Al entrar en la pequeña localidad La Veguina ya se ve un castillete pintado de flamante gris y rojo, que sobresale sobre una construcción avejentada en la que aún se puede leer «14N huelga general» y se ve un crespón negro de apoyo al carbón.
Pero lo que aparece al rodearla es un recoleto centro cultural que aprovecha la restauración del pozo, cerrado a cal y canto, frío. Sus únicos visitantes son, según explica el vicealcalde de Cultura de Mieres, Manuel Ángel Álvarez, los técnicos de Hunosa que se ocupan del mantenimiento de las bombas que siguen dragando el pozo para que los circundantes no se inunden.
Álvarez abre la puerta de cristal sucio y descubre dos amplias estancias vacías, por cuyo suelo de rejilla asoma algo de vegetación y deja entrever las vías que un día llevaron vagonetas. «Ahora mismo es imposible dotarlo de contenido», dice. «Yo creo que esto es algo que se hizo en tiempos de bonanza sin saber muy bien qué se iba a meter dentro». En efecto, lo único que hay dentro es polvo y algunos cadáveres de pájaros. Un par de trapos y un libro de visitas de la inspección de trabajo, sellado el 23 de octubre de 2009.
Las perspectivas son muchas y variadas. Las opciones que se barajan abarcan, sin duda, los pozos de la zona (como el cercano pozo Santa Bárbara) y el legado minero. Pero, de momento, lo único que ha tenido el nunca inaugurado pozo San José es un coste de 1,7 millones de euros, según explica Álvarez, que por un defecto de forma se esperaba recibir de una subvención del Principado y que quizás no se puedan cobrar. Las negociaciones para nuevas subvenciones y otros proyectos, en cualquier caso, se dirigen ahora al Ministerio directamente.
Antes de que la política terminase de impregnar la visita, la excursión emprendió camino hacia El Entrego, donde aguardaba la diáfana serrería de Trabanquín, a la vera del corredor del Nalón y de un campo de fútbol. Caía la noche, y dentro no había, de nuevo, más que luz natural y un frío penetrante. Carretillas de obra y una cafetería por estrenar, y otro libro polvoriento: este, de subcontrataciones, sellado en enero de este año. Esther Suárez, agente de Empleo y Desarrollo Local, explicaba al franquear las puertas que, una vez terminada la reforma, «el Ayuntamiento acaba de aprobar el pliego de condiciones» para una adjudicación a terceros, dado que el consistorio de San Martín del Rey Aurelio «no lo puede asistir». Ahora mismo, en una de las naves, solo una artesana lo utiliza de taller.
Por último, a pocos metros, el viaje terminaba en el malogrado CEMPA. Aquí ya era noche cerrada, cuando Sáez dibujaba, con aspavientos en el aire, la distribución que un día había tenido su proyecto. Todo un lujo, listo para ser inaugurado, de cuyos restos el director de AlNorte, Ángel Antonio Rodríguez, decidió llevarse doce ladrillos para el concierto-performance de Amores que, el sábado, cerrará la semana de arte de EL COMERCIO: «Es de lo más simbólico».
Entonces aparece un coche de la Policía Municipal, y hace frío y todos saludan al agente. Pero este bromea, estrecha la mano de Sáez con efusividad y certifica que no hay problema: «¿Cómo os voy a decir nada, si esto ya no es de nadie?»